WikiLeaks como agencia compartida

Una vez que han sido brevemente perfilados los grupos sociales que hay alrededor de WikiLeaks, me resultaría interesante tratar de hacer un acercamiento a su imagen cuestionándome sus presencias y ausencias dentro, pero también fuera, de la Red.

La imagen que nos hacemos de algo o de alguien determina el modo en que lo comprendemos de la misma manera que lo hacen los discursos que se tejen a su alrededor. De este modo, los grupos sociales de los que hablaba en el anterior post, juegan un rol en la configuración de la imagen de WikiLeaks, pero ellos son a su vez configurados a través de esta. Además, no son los únicos que tienen un papel en su composición, ni los únicos que se ven afectados por la misma. En este sentido podemos hablar de «agencia compartida».

La idea de WikiLeaks nació de las manos de Julian Assange y siempre ha permanecido fuertemente vinculada a él, y estaría bien comprender el por qué. Para empezar, hay que tener en cuenta que el propio Assange se preocupa mucho de la imagen que se configura alrededor de WikiLeaks y que ha puesto siempre un fuerte empeño en tenerla “controlada”, por lo menos en la medida de lo posible. Es la primera persona que, cuando WikiLeaks sufre un acoso o crítica, sale a echarle la culpa a un intento de manipulación exterior –generalmente a los Estados Unidos de América– cuya finalidad es hundir su imagen. También es quien pone empeño para que surjan narraciones favorables a su idea alrededor de la misma, y tanto en la cuenta de Twitter de WikiLeaks como en su página web, no dejan de aparecer artículos en los que se habla favorablemente. ¿Pero puede Assange monopolizar toda la información que se genera alrededor de la idea de WikiLeaks? Ni siquiera sus distintos grupos sociales pueden abarcar una empresa como esta, que es el resultado de la hibridación de múltiples acciones y narraciones.

Para empezar, el hecho de que Assange esté tan vinculado con la idea de WikiLeaks, no es algo que ocurra solamente por su propio interés. En más de una ocasión ha defendido su protagonismo por una cuestión de necesidad, seguramente asumiendo esta idea de que para tener legitimidad es necesario que alguien dé la cara, pero esto no ha derivado únicamente en el resultado perseguido. La imagen de Julian Assange también se ha utilizado para desprestigiar el proyecto: su vida y el halo de misterio que le acompaña, su forma de ser tan temperamental y sus relaciones privadas, también han configurado la forma en que se nos presentan tanto él mismo como WikiLeaks. Escribe Mónica Plaza en su libro WikiLeaks, la era de los soplones a propósito de esto: «Cuando a finales de 2010 se produjo la acusación por violación, Julian Assange dejó de ser un hacker idealista, freak y algo insconsciente que traficaba con documentos clasificados y grandes secretos internacionales, y pasó a convertirse en un imán para los trapos sucios. La prensa amarillista saltó como un resorte (…)»1.

Pero del mismo modo que ni Assange, ni sus colaboradores, ni todas las personas que trabajan de forma directa con el proyecto de WikiLeaks pueden controlar la forma en que se hace presente, o las partes que son aludidas, tampoco se puede hacer desde fuera. Se ha intentado echar abajo la página de WikiLeaks, borrar sus inscripciones del ciberespacio, para si no tanto hacer que desaparezca, sí por lo menos conseguir que pierda relevancia restándole visibilidad, siguiendo la idea de que aquello que no vemos o de lo que no se habla, no existe. También se ha sometido a la organización a un bloqueo económico por parte de VISA, MasterCard, PayPal, Bank of America, y Western Union, lo que se traduce en grandes pérdidas económicas recibidas en forma de donaciones –del 95% de sus ingresos según ellos mismos2–, que si bien no imposibilitan llevar a cabo muchas de sus acciones, sí que suponen unas enormes trabas en su consecución. Y por último, también son relevantes los intentos de narrar una historia de WikiLeaks no tanto manipulando su historia, como contándola desde una perspectiva diferente a la que a Julian Assange le interesa que se tenga. En este último caso es interesante analizar el caso de la película de Bill Condon El quinto poder, donde según Assange y muchos de sus simpatizantes, se da una información sesgada de la realidad que responde a un interés por desprestigiar la imagen de la organización, ya que está basada en el libro de Luke Harding y David Leigh WikiLeaks y Assange, escrito, según el fundador de WikiLeaks, como venganza personal.

Cuando, después de varios intentos fallidos por parte Julian Assange y sus colaboradores por evitar que se llevara a cabo esa película, se asumió que el proyecto seguiría adelante, llevaron a cabo una fuerte campaña de desprestigio tanto desde su cuenta de Twitter como desde su página web, que incluyó el intercambio de correos electrónicos entre Assange y Benedict Cumberbatch, donde el primero le explicaba por qué consideraba que no tenía que aceptar interpretar su papel en aquel filme tras conocer que este último quería ponerse en contacto con él para conocer su caso a fondo de cara a la interpretación3. También filtraron una de las versiones del guión completo de la película escasos días antes de su estreno4. Finalmente, publicaron un documental sobre WikiLeaks, Mediastan, donde se acompaña a unos colaboradores de la organización en su búsqueda de medios de comunicación que publiquen sus filtraciones a través de varias repúblicas de Asia central, el mismo día que se estrenaba El quinto poder, como forma de desviar la atención y también de demostrar qué versión interesaba al final más al público. Lo cierto es que Mediastan tuvo una buena recepción, en gran parte debido al bombardeo constante de tuits desde la cuenta de WikiLeaks sobre la misma que hizo que llegase a todos sus seguidores, mientras que la película de El quinto poder no ha gozado de demasiado éxito. De todas formas, en qué medida se pueden comparar estos dos filmes es discutible y requeriría de una investigación más exhaustiva, porque para empezar no es el mismo tipo de película.

Otros casos más o menos conectados con WikiLeaks marcan también su presencia y el modo en que se presenta. Los más conectados son los de sus propios informantes como Chelsea Manning o Jeremy Hammond, detenidos por filtrar documentos clasificados, y los menos conectados serían otros casos relacionados con la misma temática pero que ya no forman parte de WikiLeaks, como las filtraciones de Snowden y todo lo que de eso deriva. Si a raíz de nuevos descubrimientos sobre espionaje se forma una posición favorable o contraria al control gubernamental y de empresas privadas sobre el uso que hacen de nuestros datos personales, eso afectará a la visibilidad de WikiLeaks y también a los discursos que se generen a su alrededor, pero las variables sobre la dirección que tomarán estas valoraciones es muy amplia y requeriría de un análisis mucho más detallado. Por ejemplo, se podría establecer un paralelismo con lo que decía Foucault: «La asociación de la prohibición y de la fuente de incitación a hablar es un rasgo constante de nuestra cultura»5. Todo lo que contamos o dejamos de contar en las redes, y todo lo que a los servicios de espionaje les interesa conocer, está relacionado con la forma en que entendemos el mundo. Me atrevería a decir que todavía perdura cierta tendencia a “confesar”. De hecho, este acto es el que llevó a Chelsea Manning a la cárcel, tras contarle a Adrian Lamo que acababa de copiar numerosa información clasificada y enviársela a Julian Assange. Se lo contó a Lamo porque era un hacker reconocido, seguramente una figura que Manning admiró de alguna forma en determinado momento.

Foucault llevó a cabo un extenso análisis sobre todo este tipo de prácticas, concretamente las que tienen lugar alrededor del concepto de la sexualidad, pero también en torno a las prisiones y a los psiquiátricos, por ejemplo, y los discursos que de ahí se van tejiendo y que según él afectan a la forma en que configuramos el yo. También a partir de aquí se van configurando otros conceptos como puede ser el WikiLeaks. El concepto de «agencia compartida» versaría en cierta medida sobre esto, aunque en un plano trazado entre la propia tecnología de WikiLeaks y las personas que afectan y son afectadas a su alrededor. Esto nos lleva a preguntarnos también sobre el papel que han desempeñado las nuevas tecnologías en esta configuración, en qué medida han servido de remediación, es decir, han mediado las actividades en torno a esta empresa y por tanto, han permitido que se entiende como hoy lo hace, remediando una carencia ante la que sin ellas nos encontraríamos.

A la hora de abordar una temática concreta es importante tener en cuenta todos estos factores porque nos ayudan a comprender mejor cómo se ha llegado hasta el punto del que partimos, y también a vislumbrar en cierta manera hacia dónde va a continuar su desarrollo. Nos permite, además, limitar las posturas más entusiastas, tanto a favor como en contra, del papel de las tecnologías, tejiendo un híbrido entre su papel y el de las personas físicas que las manejan.

1PLAZA, Mónica. WikiLeaks. La era de los soplones. Atanor Ediciones, Madrid, 2011, p. 48.

2Banking Blockade. WikiLeaks. http://wikileaks.org/Banking-Blockade.html.

3First Letter From Julian Assange To Benedict Cumberbatch Over The Fifth Estate. WikiLeaks. http://wikileaks.org/First-Letter-from-Julian-Assange.html.

4“The Fifht State” The motion picture screenplay. WikiLeaks. http://wikileaks.org/IMG/html/wikileaks-dreamworks-memo.html#script.

5FOUCAULT, Michel. Tecnologías del yo. Editorial Paidós, Barcelona, 1990, p. 45.